¿Qué es el suelo?
El suelo es la capa superior y fértil de la corteza terrestre, un sistema complejo formado por componentes sólidos, líquidos y gaseosos.
La humanidad ha utilizado el suelo durante milenios para cultivar plantas necesarias para la alimentación, pero solo en las últimas décadas hemos reconocido la importancia de recargar el suelo. Sin embargo, el suelo es el hábitat más extenso y complejo de la Tierra. En una cucharada de suelo se encuentran más organismos vivos que personas en el planeta.

Esto está estrechamente relacionado con el hecho de que el suelo, a través de la actividad vital de millones y miles de millones de organismos que habitan en él, se construye, moldea y transforma continuamente.
Se necesitan dos mil años para que se forme una capa de suelo saludable de 10 centímetros de espesor. En cambio, cada año se pierden entre 27 y 75 millones de toneladas de suelo en la Tierra.
A partir de esto, podemos entender fácilmente que un suelo saludable es uno de los tesoros más valiosos de la humanidad y es fundamental para una agricultura saludable.
Vida en el suelo
Entre los componentes del suelo, existen tanto componentes inanimados como vivos. Los componentes inanimados pueden ser materiales minerales, agua del suelo, y los restos de organismos vegetales y animales muertos. Los componentes vivos del suelo son principalmente bacterias y organismos unicelulares flagelados, además de hongos, algas y nematodos, que son predominantes en número. En suelos de buena calidad, el peso total de los organismos que habitan en un hectárea puede llegar a ser de hasta 20 toneladas.

Como se puede ver en lo anterior, el suelo es un sistema biológico y ecológico complejo, donde la simbiosis de los componentes ayuda a la construcción continua del suelo.
El combustible para la vida del suelo es la materia orgánica en descomposición, que sirve como alimento continuo para los microorganismos y organismos macroscópicos que habitan en el suelo. Como resultado de sus procesos de alimentación, estos organismos generan humus.
Humus, el «oro negro»
El humus es la materia orgánica que se forma como resultado del metabolismo de los organismos formadores de humus, microorganismos, nematodos y lombrices. La cantidad y calidad de humus influye fundamentalmente en la fertilidad del suelo. Debido a su estructura, el humus atrae y proporciona nutrientes, agua, aire y microorganismos útiles a las plantas que se desarrollan en el suelo.

El contenido de humus proporciona al suelo su sistema inmunológico natural. Los suelos ricos en humus tienen una estructura fragmentada y suelta, son capaces de almacenar adecuadamente el agua y en ellos se llevan a cabo constantemente procesos microbianos. Los factores que pueden amenazar el suelo, como la contaminación, la erosión, la sequedad repentina o las precipitaciones, afectan menos a los suelos con buen contenido de humus.
Relación entre el suelo y la agricultura
El suelo se puede clasificar en tipos según su estructura, componentes y vida orgánica. Los diferentes tipos de suelo permiten distintos usos.
Desde el punto de vista agrícola, los suelos más valiosos son los chernozem, también conocidos como suelos de pradera. Se caracterizan por una capa fértil profunda, buena estructura y gran cantidad de materia orgánica. Estos son los suelos en los que se pueden cultivar con seguridad plantas más exigentes, como el maíz, la soja y el girasol.

Los suelos forestales marrones también son de buena calidad. Contienen grandes cantidades de materia orgánica, su estructura es suelta y su pH es ligeramente ácido. Son excelentes para cultivar cereales de grano.
A lo largo de ríos y en sus valles cercanos se desarrollan los suelos aluviales y de colina. Aquí, el principal agente formador de suelo es el agua y el sedimento que transporta. En estos suelos, dependiendo del contenido de humus, generalmente se encuentran pastizales o huertos.
Los suelos en peligro
Como se ha mencionado anteriormente, el suelo, como medio complejo, es fundamental para la vida en la Tierra y para la producción de alimentos humanos.
Sin embargo, los suelos están siendo destruidos continuamente por una multitud de factores. Aquí podemos hablar tanto de factores naturales como de factores artificiales que causan la degradación del suelo.

Efectos naturales de la degradación del suelo
- Procesos de erosión: El viento, el agua y el hielo son fuerzas modeladoras de la superficie que pueden desgastar y transportar parte del suelo. Sin embargo, los suelos ricos en humus y materia orgánica resisten mucho más eficazmente estos factores destructivos.
- Desastres naturales: Anomalías naturales de gran magnitud, como las inundaciones, los incendios forestales y los deslizamientos de tierra, pueden destruir grandes áreas de suelos formados.
Efectos antropogénicos de la degradación del suelo
- Cultivo unidimensional: Una de las principales características de la agricultura convencional es que conlleva una gran compactación del suelo. Debido al trabajo continuo de las máquinas, el suelo se compacta, se vuelve carente de aire y la capa superior rica en humus se destruye constantemente.
- Contaminación: Los suelos reciben constantemente sustancias contaminantes a través de actividades humanas. La producción industrial, el transporte, los accidentes y el vertido ilegal de residuos constantemente introducen contaminantes en el suelo.
- Cultivo monocultural: Una práctica de la agricultura convencional es el monocultivo, que significa que la misma planta comercial se cultiva en la misma área todos los años. Con el tiempo, esto extrae ciertos nutrientes completamente del suelo, y la proporción de algunos microorganismos patógenos aumenta considerablemente. Esto conduce a un desequilibrio en la vida del suelo.
- Protección de plantas: A través de las actividades de protección de plantas, diversas sustancias contaminantes ingresan al suelo. Estas incluyen los residuos de pesticidas y los aditivos para pesticidas. En muchos casos, no son los ingredientes activos lo que resulta peligroso, sino los llamados vehículos o aditivos, que son compuestos o grupos de compuestos que facilitan la estabilidad, adhesión o activación del ingrediente activo. Es particularmente peligroso que el cobre y el cadmio se acumulen en los suelos.

Protección del suelo y agricultura
Como se ha mencionado anteriormente, la agricultura tiene efectos negativos y amenaza los suelos en varios aspectos. Sin embargo, existen soluciones para que, a través de la agricultura, se pueda fomentar la protección y formación del suelo. La práctica agrícola que tiene como objetivo proteger y construir el suelo junto con la agricultura se llama agricultura regenerativa. Las prácticas de la agricultura regenerativa incluyen soluciones como el mulching, cultivos de cobertura, la técnica no-till (siembra sin labranza), la aplicación de materia orgánica o los sistemas de rotación de cultivos.

La ventaja de la agricultura regenerativa es que a largo plazo los costos disminuyen y, con una inversión menor, se puede obtener el mismo rendimiento que con la agricultura convencional. Sin embargo, su desventaja es que es un proceso lento, y puede tomar años hasta que los efectos de las prácticas aplicadas comiencen a ser visibles.
El primer paso es que los suelos permanezcan en barbecho el menor tiempo posible. Una mezcla de cultivos de cobertura aporta una gran cantidad de materia orgánica, raíces y ácidos radiculares al suelo. De esta manera, los procesos formadores de suelo tendrán disponible el combustible adecuado. Sin embargo, puede ser necesario también revitalizar el microbioma del suelo. En un suelo óptimo, viven entre 40 y 50 millones de bacterias por gramo.

Esta cantidad es necesaria para que los procesos formadores de suelo se lleven a cabo sin problemas. Si el suelo es microbiológicamente pobre, no importa cuánto materia orgánica se aporte o se utilicen cultivos de cobertura, no habrá organismos que inicien el proceso de regeneración del suelo. Por lo tanto, es recomendable aplicar productos de bacterias del suelo como parte de la regeneración del suelo, inyectando efectivamente bacterias en el suelo. Con la ayuda de las bacterias del suelo y la materia orgánica disponible, comenzará la formación del suelo.
Tecnología compleja para una vida saludable del suelo
Las bacterias del suelo por sí solas no pueden resolver los problemas; es necesario que sean aplicadas en un suelo adecuadamente preparado. En un suelo bien enriquecido con materia orgánica y nutrientes, las bacterias del suelo pueden comenzar a multiplicarse fácilmente.
Tratamiento con ácidos húmicos
Una buena solución es tratar el suelo con ácidos húmicos al principio de la temporada. El ácido húmico, o potasio-humato, es un acondicionador soluble en agua que, a largo plazo, puede establecer una composición saludable del suelo, mejorar su estructura y ser fácilmente absorbido por las plantas. Se extrae de un compuesto especial de carbono llamado leonardita.
Para cultivos agrícolas y hortícolas, la solución óptima para la aplicación de ácido húmico es el producto Biomit Genesis, que tiene una alta concentración de ácido húmico. El ácido húmico por sí mismo puede inducir cambios positivos significativos en el organismo de las plantas. Aumenta la fotosíntesis y la producción de clorofila, y debido a su capacidad de formación de quelatos, puede convertir diversos micro y macronutrientes en una forma fácilmente asimilable por las plantas. Biomit Genesis está disponible en forma de suspensión acuosa, lo cual tiene varias ventajas. En primer lugar, se puede aplicar fácilmente mediante riego o pulverización (es recomendable ajustar el tamaño de la gota a una configuración grande para evitar que las boquillas se obstruyan). En segundo lugar, tanto las plantas como los microorganismos del suelo tienen fácil acceso al producto en el suelo.

Para obtener resultados óptimos, aplique 50-100 litros de Biomit Genesis por hectárea, disuelto en 300 litros de agua. El momento óptimo para la aplicación es antes de la siembra o el trasplante, o al mismo tiempo que estos.
Tratamiento con humus de lombriz
Sin la presencia de lombrices, sería impensable tener suelos saludables y fértiles. En la conciencia popular, las lombrices suelen ser asociadas con la lombriz de tierra común, aunque existen muchas otras especies que desempeñan un papel activo en la creación de la vida del suelo. Ejemplos de estas especies incluyen la lombriz de estiércol, la lombriz blanca de leche y la lombriz de bosque. Dado que la aplicación de pesticidas y la degradación del suelo asociadas con la agricultura convencional han reducido drásticamente la fauna de lombrices, los suelos actuales tienen cada vez menos compost de lombriz natural. Este material se forma a través de la alimentación de las lombrices mencionadas, y se caracteriza por un alto contenido de materia orgánica, así como la presencia de enzimas y bacterias beneficiosas. Es un excelente mejorador de la estructura del suelo y un buen medio para hongos útiles y bacterias del suelo.

Debido a la disminución de la fauna de lombrices, el humus de lombriz debe ser reabastecido artificialmente en los suelos. Para ello, recomendamos el producto Biomit Terra humus de lombriz. El humus de lombriz disuelto se puede aplicar fácilmente, dependiendo del área, mediante riego manual, sistemas de riego o incluso riego lineal. La suspensión acuosa facilita en gran medida la activación en el suelo, a diferencia del gránulo. Se espera un aumento significativo de las bacterias beneficiosas en el suelo después de usar Biomit Terra. Además, el uso regular de este producto resultará en el restablecimiento de la vida del suelo y la recolonización de lombrices. De esta forma, podremos restaurar el delicado equilibrio del suelo a largo plazo, y se necesitarán menos intervenciones, mientras que los cultivos seguirán produciendo cosechas abundantes.